María Pacheco es quizás uno de los personajes más importantes que ha tenido Toledo, pero tengo la sensación de que si fuésemos casa por casa preguntando por la identidad de ésta dama, pocas personas sabrían decirnos de quien se trata.
Si preguntas mi nombre, fue María,
(Diego Hurtado de Mendoza)
Si mi tierra, Granada; mi apellido
De Pacheco y Mendoza, conocido
El uno y el otro más que el claro día
Si mi vida, seguir a mi marido;
Mi muerte en la opinión que él sostenía
España te dirá mi cualidad
Que nunca niega España la verdad.
María López de Mendoza y Pacheco, más conocida como María Pacheco, nació en Granada en 1497, noble castellana, hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones y de Francisca Pacheco, fue esposa del general comunero Juan de Padilla. Tuvo ocho hermanos algunos de los cuales como Francisco, Luis, Antonio y Diego Hurtado de Mendoza, fueron personajes de conocido renombre en la historia de nuestro país. Fue María una mujer muy culta que dominaba las matemáticas, historia, el latín y griego, adoptó el apellido de su madre para diferenciarse de dos hermanas también llamadas María (de Mendoza), ambientada toda su primera juventud en la época renacentista de la corte del Gran Tendilla¹.
Fue obligada a casarse con Juan de Padilla, caballero de Toledo, cuando contaba tan solo con quince años en 1511, habiéndose firmado los acuerdos nupciales un año antes, Siendo Padilla de rango inferior al suyo, es decir, al de los Mondéjar, familia a la que pertenecía María, parece ser que esta boda no fue del todo de su agrado. Aunque le fue asignada a María una dote de más de cuatro millones de maravedíes. De este matrimonio de conveniencia en 1516 nació el primer hijo, que murió de corta edad, justo cuando también dejaba este mundo el rey Fernando el Católico, hecho por el cual vino a ser nombrado rey de Castilla y Aragón el infante Carlos. Dada su minoría de edad fue nombrado regente del reino el cardenal Cisneros, hasta que pasado un tiempo pudo acceder al trono con el nombre de Carlos I.
Una vez instalado el nuevo rey en la Corte y acabada la regencia de Cisneros, Juan de Padilla sucedió a su padre en el cargo de «Capitán de gentes de armas», haciéndose necesario el traslado del matrimonio desde Granada a Toledo.
En abril de 1520 las Juntas de Comunidades de Castilla, entre ellas las de Toledo, se sublevaron contra Carlos I, hartas del gobierno de este nuevo rey, que solo contaba con consejeros extranjeros y que exprimía a impuestos al pueblo. María Pacheco no dudó en apoyar a su marido Juan de Padilla. La primera misión fue acudir a Segovia para combatir al ejército real que estaba al mando de Rodrigo Ronquillo. Tres meses más tarde se constituyó en la ciudad de Ávila la Santa Junta, de la que salió nombrado Padilla como Capitán General de las fuerzas comuneras.
No tardarían en surgir encontronazos entre las filas comuneras que provocaron la sustitución de Padilla por Pedro Girón de Velasco, motivo por el que enseguida regresó a Toledo. Sin embargo Girón desertó cuando se vio acosado por el empuje de las fuerzas realistas y entonces Padilla con un nuevo ejército de toledanos en su mayoría se dirigió a Valladolid en diciembre de 1520, haciéndose con las plazas de Torrelobatón y Ampudia, pero los enfrentamientos internos entre comuneros no cesaron provocando con ello su debilitamiento y de esta manera cuando tuvieron que enfrentarse al ejército real el 23 de abril de 1521, sucumbieron en un desigual encuentro, en la que se conoce como la batalla de Villalar. Por tanto, Bravo, Padilla y Maldonado fueron hechos prisioneros y decapitados en esta población a las pocas horas.

Doña María Pacheco de Padilla después de Villalar
BORRÁS Y MOMPÓ, VICENTE
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
Cuando llegaron a Toledo las noticias de estos trágicos hechos, lejos de amedrentarse los toledanos con María Pacheco a la cabeza siguen luchando contra las tropas de Carlos I ayudada en este empeño por el obispo de Zamora Antonio de Acuña (ver leyenda). María de luto y enferma, primero desde su residencia y después desde el Alcázar, guarnicionando las puertas de la ciudad con soldados y artillería traída desde Yepes. Pero tras la toma de Madrid por parte de los realistas solo quedaba Toledo como última plaza sublevada al nuevo monarca. No se entendían bien María y el obispo Acuña, pues este quería la Silla Primada para él y María la deseaba para su hermano.

Lienzo de Antonio Gisbert. (Fuente: Orgaz)
Logra huir Acuña a Francia ante lo imposible, pero María Pacheco resiste unos meses más al asedio promulgado por Carlos I a la ciudad de Toledo, haciendo pasar penalidades a los toledanos y llegando incluso a requisar -entrando de rodillas- la plata custodiada el el «Sacrarium» de la catedral para hacer frente a los gastos de la soldadesca. Ante tan delicada situación de la ciudad en octubre de 1521 se firmó el armisticio llamado de Sisla, pero en febrero de 1522, Toledo vuelve a rebelarse otra vez tomando de nuevo el Alcázar aunque esta última rebelión es sofocada inmediatamente por los realistas. Gracias a algunos familiares que María Pacheco tenía en el bando del rey, pudo escapar de Toledo con su hijo disfrazados de gitanos, siguiendo el cauce del río Tajo, llegando primero a Talavera desde donde se exilió en Portugal.
Carlos I perdonó a la ciudad, pero ese paraguas del perdón no le llegó a María ni a Acuña y tuvo que vivir en el país vecino de la caridad de dos obispos lusos (leer en ABC “El día en que María Pacheco huyó de Toledo”). Vivió en Oporto hasta su muerte acaecida en 1531. Se negó el monarca en rotundo a que sus restos fuesen traídos a Olmedo para que descansasen junto a los de su esposo Juan de Padilla y por tanto siguen enterrados en la catedral de aquella ciudad.
Extraordinario personaje María Pacheco que no se doblegó ante nada ni ante nadie, lo que se suele decir: «de armas tomar»; nos queda en Toledo para su recuerdo la calle a ella dedicada que sale de la Plaza de Padilla y llega hasta la plaza de la Cruz y el nombre de un Instituto de Educación Secundaria (IES María Pacheco) además de alguna asociación cultural.
«¿Qué saben ellos? A quienes me llaman ignorante respondo que pocos hay entre ellos capaces de superar mis conocimientos. ¿Qué saben ellos?» (…)
“Testamento de Maria Pacheco”.
¹ Íñigo López de Mendoza y Quiñones, (n. Guadalajara, Corona de Castilla; 1440-Granada, España; 20 de julio de 1515), fue un noble español, I marqués de Mondéjar y II conde de Tendilla, conocido como «El Gran Tendilla».
Texto: CARLOS DUEÑAS REY. Publicado el 31/08/18 en el grupo de Facebook de Leyendas de Toledo.