Julio Caro Baroja, antropólogo, historiador y lingüista sobrino del insigne escritor Pío Baroja, doctorado en Historia antigua en la Universidad de Madrid, donde fue profesor. Gran viajero con largas estancias en Estados Unidos e Inglaterra. Entre sus más de setecientas obras, nos interesa el libro “Toledo”, publicado en 1988, ciudad por la que el autor tenía “admiración por este recinto excepcional”, como él mismo declara en su prólogo. La Magia en la Edad Media en Toledo.
En uno de los capítulos: IX. Arte toledana: Toledo, ciudad de la magia y la leyenda, dedica apartados a la famosa Cueva de Hércules de la que tanto hemos hablado en estas páginas, al Palacio Encantado, o al nigromante Enrique de Villena… Pero lo que hoy nos interesa es un breve apartado dedicado a la enseñanza de la magia en la Edad Media en Toledo.
En un diccionario moderno acerca de las creencias alemanas o germánicas, que recoge mucha más información de la que promete el título, se afirma de modo rotundo que la más antigua y famosa escuela de magia de toda Europa fue la de Toledo. En un artículo de la misma obra, dedicado especialmente a las escuelas de magia (“Hochschulen der Zauberei”), se dice, en primer término, que la fama que tenían las españolas se debía a que cuando los musulmanes dominaban ciudades como Toledo, Sevilla, Córdoba, Granada e incluso Salamanca, en las escuelas adscritas a las mezquitas (que llamamos “madrazas” en castellano) se explicaban no sólo ciencias teológicas y filosóficas, sino también otras, de las que se llaman ocultas, astrología y alquimia. De aquí la fama en los países cristianos. Así resulta que con respecto al año 1143 se la la siguiente referencia de Guillermo de Memelsbury:
“Sicut Christiani Toletum, ita ipsi Hispallim, quam Sebiliam vulgarieter vocant, caput segui habent, divinationibus et incantationibus more gentis familiari studentes”.
Se decía, también, que el que fue Papa con el nombre de Silvestre II (996-1002), Gerberto, había adquirido su gran conocimiento en las artes mágicas en Sevilla. De esta tradición, extendida en Europa, hay expresión en textos españoles. En el capítulo CI del Mar de historias, de Fernán Pérez de Guzmán, se trata del Papa, llamándole Gilberto. Se dice que, en efecto, vino a España y fue a Sevilla, cuando la ciudad era de los moros, permaneciendo muchos años en casa de un moro filósofo, “el cual tenía un libro en que estavan todas las reglas e figuras de la negromancia“. Después pudo escapar con ayuda del Diablo y de una hija del moro. Siguió luego practicando la magia, incluso en Roma, donde, en trance parecido, fue más prudente que don Rodrigo en el palacio encantado de Toledo.

En relación siempre con nuestra ciudad, no cabe duda de que actividades como las de Gerardo de Cremona (1114-1187), que tradujo libros de “Geomancia” y otras artes similares, dentro de la escuela de traductores, dieron peso a la fama.
Cesario de Heisterbach hace referencia a los jóvenes que “apud Toletum studebant necromantica”, y en la vida de san Egidio (muerto en 1265) se indica que de joven, seducido por el Demonio, fue a Toledo a aprender el arte mágica, y que estuvo en el antro subterráneo y oculto, e hizo un pacto con el Demonio firmado con su propia sangre. Otros textos comprueban lo mismo (de Fernando del Castillo, Del Río, etc.). Además de Toledo y Sevilla, se dijo que hubo escuelas semejantes en Salamanca y Granada.

Pero la fama de Toledo era tal que en algunos textos se alude a magos que de allí fueron a Maastricht (en 1223) difundiendo su saber. No faltan tampoco los españoles medievales que dan por sentada la enseñanza, como se ve por el “ejemplo XI” de El conde Lucanor, que cuenta lo que le ocurrió a un deán de Santiago con don Yllán, “el gran maestro de Toledo”.
Benedetto Croce recuerda que durante la Edad Media, en Europa y especialmente en Italia, se consideraba que así como Bolonia era la sede del conocimiento del derecho y Salerno la del de la medicina, España en general y Toledo en particular, tenían la fama de ser sede de las ciencias ocultas y que incluso eran los “daemones” los que las enseñaban y cita una octava de Luigi Pulci (1432-1484?) que corre así:
Questa citá di Tolleto solea
tenere studio di negromanzia;
quivi di magica arte si leggea
publicamente e di quiromanzia;
e molti geomanti sempre avea,
esperimenti assai d’idromanzia;
e d’altre false openion di sciochini,
comm’e fatture o spesso batter gliorehi.
Hay otros textos italianos, igualmente significativos; la creencia se mantiene durante los siglos XVI y XVII y, como se ha visto, da lugar a que los más autores dramáticos creen, partiendo de ella, algunas tramas de obras curiosas.
El más importante tratadista de magia del siglo XVI, Martín del Río se hace eco de la fama: “legimus post Saracenicam per Hispanias illuvionem, tantum invaluisse Magicam, ut, cum litterarum bonarum omnium summun ibi esset inopia et ignorantia, solae ferme daemoniacae arts palam Toleti, Hispali, Salmanticae doceretur“.
Aparte de esta enseñanza, realizada o no en la cueva, había y hay en Toledo otros lugares de gran significado en la historia general de España que también poseían gran reputación mágica por estar “encantados”.
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Bibliografía: Caro Baroja, Julio (1988). Toledo. Barcelona: Destino.