La Catedral de Toledo conserva en sus fondos innumerables tesoros y reliquias. Entre ellos encontramos algunas de las banderas que portaban los navíos de combate durante la famosa Batalla de Lepanto, en 1571 y que se exponían hasta los años 60 del pasado siglo, a petición de Felipe III que fue el donante de las mismas, cada 7 de octubre, fecha de la victoria en la mencionada batalla de la Liga Santa. Un pedazo de la historia de España expuesta durante unos minutos.
Todo ello ya os lo contamos en un pasado artículo, explicando la batalla y la tradición y que podéis leer aquí: El estandarte de la Batalla de Lepanto que estuvo colgado en la Catedral de Toledo, por lo que no repetiremos lo que allí explicamos.
Recuperamos este tema pues ayer, 2 de febrero de 2022, dos de las enormes e históricas banderas estuvieron de nuevo colgadas durante unos minutos en la nave lateral (lado del Evangelio), tal y como se hizo todos los años desde finales del siglo XVI, hasta que la tradición de perdió a finales de los años sesenta del pasado siglo.
Las banderas (con una longitud aproximada de unos 20-25 metros, lo que nos permite hacernos una idea del tamaño de los barcos que las portaban) están conservadas en los fondos del Museo de los Tapices de la Catedral, no expuestas, y otras se encuentran en el Museo de Santa Cruz (una de ellas se muestra en la exposición permanente, como ya os contamos).
A comienzos de Octubre de 1616, Felipe III entregó al tesoro de la Santa Iglesia Catedral primada el estandarte de la Liga Santa junto a otras banderas. Comprendía treinta y cuatro banderas turcas y otras once regaladas por Pío V para la nave capitana cristiana (fuente). Algunas siguen en la Catedral y otras en depósito en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Ayer fueron de nuevo expuestas en la nave de la Catedral con motivo de la grabación de un programa de TVE (Los Pilares del Tiempo, se emitirá en primavera), con el que colaboramos, inspirado en la figura de Cervantes y a los que recomendamos mostrar ciertos rincones y detalles de la Catedral que podrían tener alguna relación con su vida (Cervantes luchó en la Batalla de Lepanto, quedando tullido de una mano y definiendo la batalla como “La más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”), por lo que es muy probable que Cervantes pudiera observar directamente estas banderas ondear en los navíos de la Liga Santa, luchando contra el Imperio Otomano, al que derrotaron, siendo el comienzo del final del dominio turco en el Mediterráneo. Una batalla con la relevancia mundial que ha podido tener la Batalla de Stalingrado o el Desembarco de Normandía en tiempos más recientes (y que se tiende a ignorar bastante más, siendo un hecho histórico muy notable para evitar la expansión del Imperio Otomano por Europa)
En concreto, las banderas conservadas en la Catedral, pertenecen a los barcos de la zona central de la batalla, pues el azul describía donde luchó don Juan de Austria. En fotografías conservadas del pasado siglo se observa además la gran bandera o estandarte de la nave capitana, que no se exhibió para la grabación, y probablemente conservada entre los fondos del Museo de Santa Cruz, donde estuvo expuesta varios años en el pasado.
Ha sido una oportunidad única de observar dos elementos muy importantes para la historia de España, que permanecen ocultos, entre los fondos de la Catedral de Toledo.
Nota del autor:
Don Rafael Luis Gómez Herrera, autor del libro «Lepanto: las banderas en la más alta ocasión» nos contactó hace algún tiempo con la amabilidad de indicarnos que muy probablemente estas banderas, estandartes, gallardetes, etc., conservados en La Primada podrían tratarse de reproducciones posteriores, aunque bastante cercanas a la famosa batalla. Uno de los motivos que apoyan su tesis es en relación a que los escudos pintados en alguna de ella pertenecían al Papa Gregorio XIII (un dragón dorado sobre fondo carmesí), posterior a Pío V (bandas de oro y gules), coetáneo a la famosa lucha naval. “Durante la lucha es probable que el estandarte original sufriera graves daños, lo que obligó a confeccionar uno nuevo junto con las banderas que formaban el conjunto para engalanar la nave”, indica Gómez Herrera.
Como indica también el investigador, que estas banderas no estuvieran presentes en la mismísima batalla no reduce su valor vexilológico ya que, muy probablemente, se confeccionaron para sustituir a las originales dañadas durante la contienda en tiempos del nuevo papa, pero también pertenecieron a la Liga Santa.