En 2018 (en el mes de julio) se cumplen 20 años de la apertura al público de las cárceles de la Posada de la Hermandad, que después de una importante intervención que fue realizada por la siempre eficaz Escuela Taller de Toledo, abrió al público una parte muy interesante del edificio de uso civil más antiguo de Toledo, cuya historia va pareja a la de la institución conocida como Hermandad Vieja de Toledo.
La Posada de la Hermandad se encuentra frente a la conocida antaño como calle de la Tripería (hoy Sixto Ramón Parro) y está frontera al Mercado y al Teatro de Rojas. Es un edificio de tres plantas incluyendo el sótano donde se encontraban las cárceles de la Santa Hermandad Vieja de Toledo. Por la puerta principal accedían los cuadrilleros hacia el zaguán donde estaría posiblemente el cuerpo de guardia, desde donde se tenía acceso a una sala situada a la derecha que pudo ser la oficina del Tribunal y donde tenían lugar los cabildos. En el sótano estaban los cuatro calabozos (tres en un principio) de forma rectangular y abovedados, cuyo acceso era a través de una escalera donde había un rastrillo, para evitar que los presos pudiesen escapar. En la primera planta del edificio se encontraba el salón del Tribunal donde se realizaban los juicios a los presos detenidos.
Historia de la Santa Hermandad Vieja de Toledo
La antigua Hermandad de Colmeneros de Toledo, conocida posteriormente como la Santa Hermandad Vieja de Toledo fue creada por los propietarios de colmenas para poner orden y vigilar sus propiedades y el territorio donde tenían jurisdicción. La zona comprendida entre los ríos Tajo y Guadiana había quedado desde inicios del siglo XIII como una comarca sin defensa, próxima a ser repoblada y que necesitaba un control y vigilancia sobre las propiedades, colmenas, ganado, etc. Estos nuevos propietarios tuvieron que agruparse para combatir a los golfines y salteadores que continuamente les saqueaban. Sería a finales del mismo siglo XIII, cuando esa hermandad toledana -que tuvo como compañeras a otras similares en Talavera y Ciudad Real, como veremos a continuación- ya aparece en los documentos recibiendo el apoyo de la propia ciudad de Toledo.

En noviembre de 1300 tuvo lugar una reunión en Aliseda de Estena (actualmente Navas de Estena) entre toledanos y talaveranos, para elaborar un ordenamiento donde se regulara la forma de actuar, colaborar y vigilar el territorio. Poco después, en agosto de 1302 y también en Aliseda de Estena, se renovaría el ordenamiento para recibir a los miembros de Villa Real (actual Ciudad Real) con los cuales la nueva denominación de esta agrupación sería la Hermandad de Toledo, Talavera y Ciudad Real.
Sucesivos privilegios otorgados por reyes como Fernando IV, Alfonso XI, Pedro I o Juan II, harán que las hermandades cobren especial importancia a la hora de administrar justicia y que sus cuadrilleros fueran temidos y respetados en toda la comarca. Una de las fórmulas habituales de castigar a los presos y golfines que atrapaban los cuadrilleros era el asaetamiento, que se mantendrá vigente hasta época de Carlos I, el cual en las Cortes de 1532 prohibió este cruel sistema y ordenó “no asaeten a ninguno vivo sin que primero lo ahoguen con darlo garrote”.
El término de cuadrillero podría derivar del uso de las saetas llamadas “quadrillos” que poseían cierto hierro cuadrado y en punta, aunque algún otro autor (Páramo: 1925) apuntó que el origen provenía de la distribución en cuadrillas de los miembros de la hermandad.
Serían precisamente los abuelos de Carlos I, es decir los Reyes Católicos, los que reorganizaron las hermandades y las extendieron a todo el reino en 1476, en las Cortes de Madrigal. Además, en el caso toledano, dotaron de un nuevo edificio y sede a la hermandad, en la cual no solo se ubicaron las cárceles para los presos detenidos, sino también una sala de juntas, capilla, cuerpo de guardia, cuadras, etc. Durante el siglo XVIII estas hermandades seguían vigilando las colmenas y los montes, cobrando determinados impuestos como los dozavos, pero sería con el Decreto de 7 de mayo de 1835 cuando Isabel II disolviera las “Santas Hermandades denominadas de Toledo, Talavera y Ciudad Real”.
Por lo que respecta al edificio que fue sede de la hermandad toledana, después de desamortizarse se subastó, siendo adquirido por Luis de Salcedo. Al fallecimiento del mismo, se transformó en posada y de ahí el actual nombre del edificio.
La mala fama de la Santa Hermandad
Corría una copla popular en el siglo XVII que decía:
Tres santas y un honrado
tienen el Reino estragado.
Las referencias veladas de esta copla iban hacia la Santa Inquisición, la Santa Cruzada, la Santa Hermandad y el Honrado Consejo de la Mesta.

En un inventario de la cárcel de la hermandad datado en 1747 encontramos los siguientes instrumentos que nos dan una idea del trato inhumano que se les daba a los presos que detenían los cuadrilleros: un potro de pino para dar tormento; 21 pares de grillos; 12 de esposas, las 11 de grillete y otra de media luna; 10 arrobas de cadenas; una cadena grande y otra mediana; 2 candados con llave para ellas; un cepo con dos agujas en la prisión de abajo; otro candado para mujeres; sello para marcar a los sentenciados a pena de 200 azotes; 4 sayos de paño verde y 4 ballestas.
En las ordenanzas de la hermandad del siglo XVI, se establecían las penas que debían aplicar los cuadrilleros; por ejemplo, si el reo robaba hasta 500 maravedíes el castigo eran 100 azotes y pérdida de las orejas; si la cantidad llegaba hasta los 5.000, mutilación del pie y prohibición al ladrón so pena de muerte de subir nunca a caballo y el que robaba 5.000 maravedíes o más, era asaetado en el campo por los cuadrilleros con trece saetas. El mismo suplicio se daba por salteamiento de bienes, violación de mujeres en despoblado (mientras que no fueran mujeres públicas) y por muertes y heridas alevosas.
Nuevos tiempos y nuevos usos del edificio
Como ya citábamos, desde el siglo XIX y a partir de su desamortización, el edificio fue usado por los herederos de Luis de Salcedo como posada para comerciantes y trajinantes que venían a vender sus productos a la ciudad de Toledo.
El edificio fue noticia a principios de siglo (diario El Castellano de 7-10-1919), ya que según ciertos rumores, había alguien interesado en arrancar total o parcialmente la decoración de su portada para venderlo posteriormente, en la cual bajo arco ojival se encontraban el escudo de los Reyes Católicos, sus emblemas con el nudo gordiano y las flechas, las figuras de dos cuadrilleros y otro escudo más de Felipe II. La noticia se transmitió rápidamente a la Comisión Provincial de Monumentos de Toledo y al alcalde de la ciudad, así como al señor Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, insistiendo a los toledanos de que estuviesen muy pendientes de este aviso, para que no desapareciese ningún elemento de esta su fachada. La prensa además dejó caer otra noticia en la que aseguraban que el dueño de la Posada de la Hermandad quería vender la portada del edificio por dos mil duros (El chiquitín de la prensa, nº 62 de 8 de abril de 1899). Fuese o no un bulo aquella noticia, afortunadamente la fachada permaneció intacta y la seguimos conservando con los mismos elementos, a excepción del escudo de Felipe II que se conserva en su interior, después de la restauración que el Ayuntamiento de Toledo realizó hace unos años.
Bajo Real Orden de 3 de marzo de 1920, se declaró Monumento Arquitectónico-Artístico la Casa-Posada de la Santa Hermandad, motivada esta declaración muy posiblemente por los rumores de venta que se cernían sobre la misma. Según se dice en la declaración, la Posada de la Hermandad era “uno de los más típicos ejemplares del siglo XVI y construcción civil, avalorada por su historia, recuerdo de una de las instituciones jurídicas como la Santa Hermandad, precursora de otras modernas, por lo que se impone la conservación del edificio”. De aquella declaración se hizo eco la prensa del momento.
Pocos años después, concretamente en 1931, encontramos en los periódicos toledanos la siguiente noticia: Se da a traspaso la Posada de la Hermandad. Para tratar, en la misma con Pablo González. Toledo.
Avanzado el siglo XX y en la década de los 50, el edificio ya era de titularidad municipal, pues ante las necesarias reformas y reparos del mismo, se procedió a su expropiación forzosa, abonando la cantidad de 227.253 pesetas a sus propietarios. El 10 de enero de 1956 se produciría la ocupación efectiva por parte de la administración. Aquellas reformas las dirigió el arquitecto José Manuel González Valcárcel. La prensa nos cuenta que dos años después, se encontraba instalado en el edificio, el nuevo Museo Histórico de la Ciudad donde también se hacía un repaso a la historia de la propia hermandad que se ubicó en su interior, el cual fue inaugurado el 29 de octubre de 1958. Ese mismo día el que fuera Ministro de Educación Nacional, Jesús Rubio, cedió la Posada de la Hermandad al Ayuntamiento de Toledo.
En 1978 cerró sus puertas el citado Museo Histórico de la Ciudad y ya en 1980 se procedería a realizar nuevas reformas y actuaciones en su interior. Precisamente de 1980 es el cartel que se conserva en el Archivo Municipal de Toledo en el que se indica que la Asociación Tres Culturas tenía su sede en la Posada de la Hermandad.
Ya en 1986 se abriría la antigua sede de la hermandad como centro de arte para albergar exposiciones de autores contemporáneos, así como diferentes eventos culturales. Sería en julio de ese mismo año, cuando en una parte del inmueble se ubicará una exposición que una empresa privada gestionó con casi un centenar de reproducciones de antiguos instrumentos de tortura. Aquella exposición no estuvo exenta de polémica, pues tanto el Ayuntamiento de Toledo, como la propia Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, tuvieron que manifestar su descuerdo ante el poco rigor histórico y seriedad de la misma. El diario El País, llegó a publicar en el suplemento dominical de 7 de febrero de 1988 un reportaje sobre esta exposición, que vino a nuestra ciudad de mano de los italianos Lorenzo Cantini, Sergio Martelli y Sandro Albiani.
De la época en la que la Posada de la Hermandad funcionó como centro artístico y de exposiciones, encontramos el que fue anagrama o distintivo de la misma. El cartel de aquél centro cultural provenía de un concurso convocado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Toledo, que ganaron los artistas Pedro Cases y Fernando Sordo y cuyo premio ascendió a 150.000 pesetas. Las tres salas acondicionadas para exposiciones recibieron nombres de artistas toledanos: sala Alberto Sánchez, sala Julio Pascual y sala Enrique Vera
Sería en julio de 1998 cuando –como citábamos al principio de estas líneas- se abrirían al público las antiguas cárceles o mazmorras de la Posada de la Hermandad. Aquella rehabilitación tuvo un coste de 1.360.000 pesetas y se realizó siendo alcalde de Toledo Agustín Conde, interviniendo en la financiación la Fundación Caja Madrid.
En la revista toledana Bisagra nº 84 (junio-julio de 1989) se informaba de que el casco histórico contaría con una nueva oficina de información turística, que tras el traslado de la exposición de instrumentos de tortura, se iba a ubicar en los bajos de la Posada de la Hermandad. Además se pretendía instalar una biblioteca temática toledana con sala de vídeo, museo de artesanía, etc.
En 1991 el edificio sirvió como recurso en alguna escena de la película El Rey pasmado, dirigida por Imanol Uribe y protagonizada por Gabino Diego, Juan Diego, Javier Gurruchaga, Fernando Fernán Gómez y María Barranco. Una vez más, Toledo era se confirmaría como una ciudad “de cine”.
En abril de 1993 la prensa local informaba del robo acontecido en la Posada de la Hermandad. Se trataba de una escultura del conocido artista consaburense Pablo Costilludo. El entonces alcalde Joaquín Sánchez Garrido declaró que se tomarían las medidas necesarias como colocar alarmas y un circuito cerrado de televisión para evitar más robos en el edificio.
En junio de 1994 encontramos otro interesante uso de la antigua cárcel de la Hermandad, ya que se instalaría en su interior la sede de la Secretaría Permanente de la Red Europea de Altos Estudios Turísticos (ETEN), asociación formada por instituciones universitarias de los países de la UE. La intención fue que la citada Secretaría también impartiese un máster sobre turismo, que pretendían tuviese una periodicidad anual.
En 1996 el Consejo de la Juventud se estableció durante un tiempo en la Posada de la Hermandad. Posteriormente y hasta la actualidad, este emblemático edificio, después de tantos usos y vicisitudes ha venido acogiendo diferentes exposiciones temporales de diversa temática, consolidándose como un lugar abierto a la cultura, a la historia y al arte, donde además se podemos recordar las andanzas de una institución tan antigua y temida como fue la Santa Hermandad Vieja de Toledo.
Texto: José García Cano, 20 de marzo de 2018.
FUENTES
- Archivo Municipal de Toledo: https://www.toledo.es/toledo-siempre/
- Hemeroteca del Centro de Estudios de Castilla La Mancha: https://previa.uclm.es/ceclm/
- Diario ABC: http://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/ciudad/abci-museo-posada-hermandad-1958-1978-201711291911_noticia.html
- Lafuente Urién A.; Gómez Vozmediano, M. F.: La colección documental de Anastasio de Páramo sobre la Hermandad Vieja de Toledo conservada en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional. Revista Archivo Secreto nº 4, 2008, pp. 44-71.
- Páramo, A.: La Santa Hermandad Vieja de Toledo y su cárcel Real. Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Nº 33, 1925, pp. 287-310.
- Fernández-Layos de Mier, J. C.: El tribunal y las mazmorras de la Santa Hermandad de Toledo. Toledo: tierras y pueblos. Nº 9, 1999, pp. 2-5.
EN ESE EDIFICIO, TAMBIÉN SE UBICO LA ESCUELA DE IDIOMAS MUNICIPAL DE FORMA TEMPORAL. YO FUI ALUMNA Y ACUDÍA ALLÍ DE FORMA DIARÍA A PRINCIPIO DE LOS NOVENTA