El Cardenal Lorenzana creó en el Toledo de finales del siglo XVIII un proyecto similar a un museo actual, coleccionando cientos de antigüedades, restos arqueológicos, libros, minerales y animales disecados procedentes de América, Europa y Asia, reptiles, máquinas y muchas curiosidades que aún se conservan, pero no en su ubicación original.
El Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana (1722-1804), figura insigne de la Ilustración española, gran amante del estudio y los libros, procedente de México (donde hoy en día está enterrado), veía en la instrucción y en la cultura la mejor forma para que el pueblo alcanzase el bienestar y progreso.
La Biblioteca Pública Arzobispal de Toledo en el Palacio Arzobispal
Siguiendo sus ideales ilustrados, puso empeño en abrir la biblioteca de su palacio toledano al público, como ordenaba una real cédula de Carlos III, unificando la biblioteca capitular y la librería del palacio arzobispal, formando así una sola rica en contenido, pero no siendo esto posible, propuso crear la Biblioteca Pública Arzobispal. En 1788, esta biblioteca contaba con 14.000 volúmenes. Pero la colección iba mucho más allá de los libros.
En este mismo lugar creó Lorenzana un gabinete de historia natural y un pequeño museo de antigüedades: restos arqueológicos romanos excavados en la Vega Baja (hoy algunos en el Museo de Santa Cruz), minerales de España y de América, monedas antiguas, maderas y otras especies vegetales, aves, insectos, peces, reptiles, esferas, globos terráqueos, planetarios y otras máquinas de física experimental y astronomía hechas de acuerdo con los avances científicos de finales del siglo XVIII.
Posteriormente estos libros se verían incrementados con la biblioteca (y también piezas del gabinete de ciencias naturales) que el infante don Luis Antonio Jaime de Borbón, hermano de Carlos III y cardenal arzobispo de Toledo, tenía en su palacio de Boadilla del Monte, recuperados por su hijo para evitar su desaparición y venta.
Curiosamente, Luis Antonio renunció voluntariamente en 1754 a sus cargos eclesiásticos, casándose más tarde con una mujer en ese momento vecina de Olías del Rey (María Teresa de Vallabriga), provocando un amargo disgusto a su hermano, el rey, que le desterró a Arenas de San Pedro y prohibió que los tres hijos nacidos del matrimonio (un varón y dos mujeres) llevasen el apellido Borbón, hasta que se lo devolvió Carlos IV posteriormente. Uno de ellos, llegaría a ocupar también la sede primada a la que renunció su padre, con el nombre de Luis María de Borbón, habiendo sido educado por Lorenzana en Toledo. (Fuente: Revista Tendencias Toledo, num. 1) Fue Luis María el que siguió ampliando la colección iniciada por Lorenzana.
El 5 de agosto de 1794 llegaban a Toledo 467 cajas con la enorme colección de aves, gran afición del infante don Luis Antonio.
Los libros aportados eran importantes, por el número de manuscritos, incunables, primeras ediciones y legajos de documentación variada.
Todo ello se ubicó en el Salón de Concilios del palacio arzobispal, y como dato, apunta Gutiérrez García-Brazales, “adonde bajaba Luis María a entretenerse en ver los libros de estampas y otras curiosidades”. Una parte de la colección, la de cuadrúpedos, se ubicó en el Cigarral del Rey (hoy Quinta de Mirabel)
¿Qué objetos curiosos conservaba la colección arzobispal?
Según García Martín, hubo dos gabinetes de “Naturalia y artificialia” que se instalaron en dependencias arzobispales de Toledo, uno de los “mejores Gabinetes de Historia Natural de la Europa del siglo XVIII”, según este autor.
Mediante sucesivas compras, Lorenzana adquiere una importante colección única en su género a modo de museo ilustrado. De un armario inicial se pasa a una gran colección instalada en varias dependencias del palacio, incluyendo el enorme salón de Concilios, que llegó a incluir:
- Diferentes minerales.
- Una colección xilográfica (perdida), de maderas de todo el mundo.
- Mapas.
- Restos de Mamut y Mastodonte. (Originarios de Luisiana)
- Libros (una parte importante en la sala Borbón-Lorenzana hoy en día)
- Cuadros y retratos de personajes relevantes (hoy en la galería que da acceso a la sala Borbón-Lorenzana en la Biblioteca de Castilla-La Mancha)
- Piezas de arqueología recogidas en excavaciones en la zona de la Vega Baja.
- Una colección monetaria que se incrementará con la colección Borbón.
- Colección de “cruces mestizos”, hoy en el Museo Etnográfico Nacional.
- Multitud de animales y aves disecados, insectos…
- Crucifijos.
- Maquetas.
- Artefactos científicos y máquinas de la época.
- Armas y adornos de tribus del noroeste de América (Hoy en el Museo de América)
Entre los objetos “artificialia”, o maravilla natural con un significado legendario se conserva un diente de narval (en la imagen anterior, hoy en la Biblioteca de Castilla-La Mancha) que era habitual ser confundido con un cuerno del legendario unicornio, y varios huevos de avestruz, uno pintado con los tres continentes. También restos de mamut y mastodonte recuperados en Norteamérica.
Incluso el aventurero veneciano Giacomo Casanova, en su curiosa visita a Toledo, pudo contemplar esta colección al describir en sus libros de viaje un reptil o “dragón” que contempló expuesto en el Palacio Arzobispal:
“Al día siguiente se nos llevó a ver los gabinetes de física y de historia natural, donde, por lo menos, nos estaba permitido reír. Se nos mostró un dragón disecado, lo que prueba -me dijo su propietario- que el dragón no es un animal fabuloso; y después del dragón se nos hizo ver un basilisco, cuyos ojos, en vez de espantarnos, nos hicieron reír”.
Como leemos, Casanova y sus acompañantes se tomaron un poco a broma las explicaciones de la persona que les hizo de cicerone en la colección. También Casanova menciona en sus memorias, escritas ya en la vejez, cómo quiso visitar en la Catedral de Toledo las monedas de la traición de Judas que se conservaban en el tesoro. Pero eso es otra historia (que aquí puedes leer)
¿Qué sucedió con la gran colección de naturaleza del Palacio Arzobispal?
La Guerra de la Independencia (1808-1814), que tanto daño causó en Toledo y sus monumentos, también afectó a la biblioteca y a la colección. Se salvó del saqueo de los franceses, pero quedó en total desorden. Las posterior crisis en todos los ámbitos afectó también notablemente a la biblioteca.
Con la desamortización de 1837 y la llegada de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, se hizo un inventario de obras de arte, archivos y bibliotecas y la creación de bibliotecas y museos públicos, en parte para evitar la rapiña de los coleccionistas nacionales y extranjeros que estaban llegando a Toledo y finalmente transformándose en Biblioteca Provincial.
Tras diversos avatares, los libros fueron trasladados en 1919 al Hospital de Santa Cruz: 50.000 volúmenes de conventos cerrados y 24.000 de la biblioteca arzobispal, además de la colección de pinturas y grabados, el gabinete de historia natural, el de geografía y el museo de antigüedades.
En 1936, con motivo de la Guerra Civil, se perdió un buen porcentaje de ello, dado que este edificio fue utilizado como cuartel por tropas republicanas.
El reparto de la colección
Tras la guerra, las publicaciones relacionadas con eclesiásticas y útiles para la formación de clérigos fueron donadas al Seminario Diocesano, cuya biblioteca había desaparecido por un incendio durante la guerra. En 1966, y tras estar abandonados en los bajos de la biblioteca del Seminario, fueron devueltos y llevados a la Casa de la Cultura, ubicada en el edifico del Miradero perteneciente a Santa Cruz. Allí estuvo la Biblioteca Pública Provincial hasta 1998.
Gran parte de los fondos de historia natural y ciertos objetos científicos del gabinete acabaron en el Instituto de Segunda Enseñanza, instalado en la antigua Universidad (hoy una sede de la UCLM, en el Palacio de Lorenzana), pasando con los años al Instituto “El Greco”, donde aún hoy se pueden contemplar muchos de estos fondos de la antigua colección del Cardenal Lorenzana.
Parte de la colección de objetos y naturaleza se conserva en el IES El Greco de Toledo, que exhibe en algunas salas y que en ocasiones ha sido expuesta en museos. En este enlace se puede ver un catálogo.
También el Instituto de Educación Secundaria “El Greco” conserva algunos objetos personales del escritorio de Lorenzana y don Luis que pudieron ser donados a la universidad toledana.
Algunos fondos también fueron llevados al Museo Arqueológico Nacional y al Museo de Santa Cruz, por lo que la dispersión de la colección fue muy notable y sería imposible reconstruir en su totalidad la enorme riqueza que pudo tener la colección.
Desde 1998, parte de la colección de libros, se instaló en la nueva Biblioteca de Castilla-La Mancha, en una sala conocida como la colección Borbón-Lorenzana, que hoy podemos visitar en la última planta del Alcázar de Toledo, aunque sin la colección del gabinete de naturaleza.
Enlaces de interés:
- Catálogo de los fondos históricos del IES El Greco de Toledo.
- Historia de la Sala Borbón-Lorenzana de la Biblioteca de Castilla-La Mancha en el Alcázar de Toledo.
Bibliografía empleada:
- García Martín, Francisco (2020): “El gabinete de historia natural del Cardenal Lorenzana en el Palacio Arzobispal de Toledo”. Editorial Ledoira.
- Gómez, Santiago (2013) El Toledo que vio… Giacomo Casanova. Tendencias Toledo, número 4, págs. 16-19.
- Gutiérrez García-Brazales (1998): “Historia de los fondos antiguos” en El Alcázar de Toledo, palacio y biblioteca. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Agradecimientos: Santiago Sastre, David Utrilla.