Desde muy joven, su Alteza Real Alfonso XIII solía visitar Toledo. Incluso varias veces al año dada su cercanía a la Corte ubicada en Madrid y al tren que llegaba casi hasta la muralla toledana. Maniobras, revistas de tropas, entrega de despachos… Pero en el año de 1908 la ocasión era diferente: la familia real japonesa visitaba la ciudad y sobre todo, a mí, se me hacía entrega del despacho como nuevo Teniente, en el Alcázar de Toledo. Conoce la leyenda “El fantasma del Alcázar de Toledo”.
Parte Primera “El Fantasma del Alcázar de Toledo”
(Publicada el 13 de marzo de 2011)
Desde la instalación del Colegio General Militar en Toledo, allá por el año 1846 no se recordaba día tan ilustre en la ciudad para la milicia. Aquellos fueron los inicios de lo que posteriormente se conoció como Academia General Militar, en 1882. Toledo se engalanaba, recibía a los mandatarios internacionales y visitaban la Catedral, San Juan de los Reyes… Todo un honor para la ciudad y sus residentes.

Era un 14 de julio caluroso, como nunca recordaré otro en Toledo, y tras un duro día de formación en el patio del Alcázar a la espera de recibir a S.M. la sed hizo aún más mella en nuestros cansados cuerpos por los días de preparaciones previos a la visita Real. Tras permanecer varias horas formados en el patio, y tras la ceremonia y las palabras de SM el Rey, tendríamos tiempo para celebrar la “Fiesta de la Infantería” por las calles y plazas de la ciudad. Aquél día se inauguraba también el museo de la Infantería Española, curioso desdén que me hizo el destino…
Visita de Alfonso XIII al Alcázar de Toledo
Aquella oscura y calurosa noche fuimos varios los que abandonamos la fortaleza toledana camino a sucias tascas en busca del preciado vino que servían en jarras de barro, aunque también algún compañero encaminó sus pasos intentando conseguir alguna moza en algún lupanar no muy lejano… No recuerdo bien los detalles de aquella noche, pues pronto el alcohol empezó a hacer mella en un cuerpo acostumbrado al ejercicio y poco familiarizado con los festejos nocturnos. Lo escaso de mis recuerdos consiste en el duro golpe recibido con el pedestal de la estatua de Carlos V dominando al Furor que Alonso de Covarrubias tuvo a bien fundir en el centro del patio, y que algún escalón en conjunción con la oscuridad y el alcohol me hizo reconocer de forma tan poco agradable…

Aunque el despertar de tan duro golpe no fue peor, pues seguía siendo de noche y con menos calor, pero multitud de cascotes me rodeaban, pareciendo que parte del Alcázar hubiera caído conmigo una vez di el golpe a la escultura…
Desechando esa estúpida idea, lo que más me sorprendió fue el escuchar fuertes voces y algún que otro atronador ruido que quise reconocer como disparos. Me incorporé como pude y observé lo que parecían soldados armados, pero con uniformes que no acertaba a identificar. Decidí con cautela aproximarme a alguno de los hombres que se parapetaban apuntando sus armas por enormes huecos abiertos en las fachadas, e intentando llamar su atención no pude, aunque en un momento alguno de ellos giró la cabeza y pude observar cierto rictus de terror en sus ojos…
PARTE SEGUNDA
(Miércoles, 16 de marzo de 2011)
Me acerqué a uno que escribía y siendo incapaz de llamar su atención, observé que anotaba un diario, viendo aterrorizado que la fecha que iniciaba el párrafo era el 18 de septiembre de 1936… Pensé que era un error, que el soldado había cometido una errata en su anotación… Pero de repente el hombre notó mi presencia y giró su arma hacia donde me encontraba. Intenté preguntarle qué sucedía, que si alguna potencia extranjera intentaba tomar la ciudad, pero el joven comenzó a disparar, lo que me hizo salir corriendo por el patio observando a lo lejos por otro de los enormes boquetes que increíblemente parecían haber destruido parte del Alcázar que la noche comenzaba a terminar. Entré por otra de las puertas que daba a uno de los torreones, cogiendo un candil de algún tipo de grasiento material que alguien había dejado por allí, pues todo estaba aún en total oscuridad. Repentinamente, una fuerte explosión hizo de nuevo que perdiera el sentido, arrojándome contra uno de los muros y quedando semienterrado.
Lo último que observé a partir de ese momento fueron soldados que corrían a mi alrededor y apuntaban al exterior, disparando no sé muy bien a qué fuerzas que intentan entrar en el Alcázar…

Tuve la sensación de haber estado sepultado durante mucho tiempo, aunque cuando desperté de nuevo todo se encontraba en extraña calma. Ya no estaba cubierto de escombros, ya no había disparos. Estaba en el inicio de una escalera, todo muy bien cuidado, limpio y dando la sensación de recién pintado… Observé por una de las ventanas que dan a la calle que de nuevo era de noche, pero me sorprendí al observar numerosos puntos de luz con gran potencia en la calle. Decidí subir por la escalera, y atravesando un enorme pasillo di con una puerta que al abrirla la imagen de lo que contemplé me dejó estupefacto: enormes estanterías contenían miles de libros; una gran sala con multitud de mesas y sillas y objetos que no acerté a identificar… Todo estaba en absoluta tranquilidad, salvo por una puerta que se abrió al otro extremo y apareció lo que se asemejaba a otro soldado, pero sin arma y con una extraña luz en una mano. ¡Señor! Grité, a lo que el hombre respondió con un halo de la luz que portaba y pude ver una mueca de terror justo antes de huir por donde había entrado. Intenté seguirle por la puerta, pero al abrir, accedí a una estancia diferente, un enorme espacio con columnas que no recordaba haber visto jamás en el edificio…
En uno de los extremos observé a una joven que estaba sentada en la barandilla que daba a una enorme altura. Me aproximé a ella cuidadosamente e intenté de nuevo hablar:
PARTE TERCERA
(Sábado, 19 de marzo de 2011)
– Por favor, tienes que ayudarme, pues no sé que me sucede, ni reconozco este espacio…
Me respondió con una dulce voz:
– No temas por mí, ni por ti. Poco ya nos puede pasar. Hace tiempo que ya no pertenecemos al mundo que nos rodea.
– ¿Qué quieres decir? ¿Estamos muertos?
– Así es. Afirmó la joven.

Museo del Ejército. Sala de acceso, interior. Restos descubiertos durante las obras.
Todo lo que me rodeaba, los cambios repentinos que había experimentado, las luces, las personas a las que había aterrorizado con mi sola presencia ahora cobraban sentido en este terrible mecano.
– ¿Cómo es posible que estemos entonces aquí? Pregunté una vez más.
– El tiempo hará que comprendas todo. No es tan sencillo, pues yo llevo bastante más que tú entre estos muros ya milenarios… Ahora me tengo que marchar.
-¡Espera! Grité. Pero la muchacha saltó y cuando asomé ya no estaba…
Comenzaba de nuevo a amanecer. En un calendario que había en una de las paredes de este nuevo recinto observé que era el 19 de julio de 2010. Acercándome a uno de los enormes ventanales pude ver cómo fuera comenzaban a formar soldados vestidos con un uniforme muy similar al que yo vestía aquella noche de hace más de 100 años.

Inauguración del Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo. Fuente: RTVE
Ahora lo comprendo todo. Presencié la explosión de una mina republicana durante la Guerra Civil… Visité la sala de lectura de la Biblioteca… Y ahora me encuentro en la apertura del un nuevo Museo del Ejército. Los libros que ahora se venden en una tienda en el interior del museo me han ayudado con mucho tiempo, del que dispongo, a conocer mejor la historia que he vivido, sin quererlo. El golpe en la cabeza aquella noche terminó con mi vida.
Ahora lo sigo observando todo.
Si paseas por las galerías del Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo y, como tantos otros, sientes que alguien te observa, sin nadie cerca, tal vez sea nuestro apenado soldado, que intenta llamar tu atención buscando una salida a su eterno caminar.
Aviso:
Esto que acabas de leer tan sólo es un cuento o una leyenda más. El escenario y su historia ha sido como lo hemos narrado. Nuestro Teniente no está inspirado en nadie. Esta leyenda NO la encontrarás en ningún otro libro, en ninguna otra revista o publicación. Por favor, si la reproduces en un trabajo, en un blog, foro o en otra Web, cita a su autor: Juan Luis Alonso. Y pon un enlace a www.leyendasdetoledo.com.
Notas históricas:
La visita de la familia Real japonesa efectivamente se realizó ese 14 de julio de 1908, como se puede comprobar en la prensa de la época (enlace hemeroteca ABC) Alfonso XIII entregó despachos a los nuevos tenientes formados en el patio del Alcázar. No sabemos si luego se fueron a celebrarlo…
La mañana de un 18 de septiembre de 1936, el bando republicano intentaba asaltar la posición defensiva que fuerzas sublevadas mantenían en el Alcázar de Toledo. Los días previos a esa fecha mineros venidos de Asturias excavaron un túnel para aproximarse a los muros. La explosión se observó y sintió a kilómetros de distancia. Tras un duro enfrentamiento posterior, el ejército Republicano no consiguió acceder a la plaza, que continuó ocupada por muy poco tiempo. (Detalle del asalto en fotos) (Narración del asalto)
La Biblioteca de Castilla-La Mancha ubicada en el Alcázar de Toledo abrió sus puertas el 16 de octubre de 1998. Hoy es una de las Bibliotecas más importantes de España. El acceso es libre. Biblioteca de Castilla-La Mancha
Finalmente, el 19 de julio de 2010, S.A.R. El Príncipe de Asturias inauguró el nuevo Museo del Ejército, con los fondos del anterior Museo ubicado en Madrid. Miles de personas lo visitan semanalmente en la actualidad.
Las fotografías que acompañan al texto pertenecen al magnífico blog “ToledoOlvidado.com“, salvo donde se indique lo contrario.