Nos encanta esta típica leyenda muy toledana, ubicada cerca de una de las puertas de la Catedral, la de los leones, escrita por Pablo Gamarra en sus “Aguafuertes Toledanos”. El siniestro Callejón del Vicario sirve como escenario al enfrentamiento con hoces de dos hermanos por el amor de una mujer.
La luna baña de pleno la magnífica puerta de los Leones, llamada también Nueva y de la Alegría, en nuestra Catedral.
En el sortilegio del plenilunio es cuando recobra verdadero valor la obra allí plasmada como milagro conseguido sobre la piedra blanca, que no es estática en esta hora mágica, porque sus tallas adquieren la vida que el cincel del artista en su inspiración supo dar. El goticismo de sus labores enmarca la grandiosidad del arco bajo el cual se guarnecen en sus archivoltas las estatuas de santos de cuerpo entero y tamaño natural, y en el centro, en la parte divisoria, en un pilar, la Virgen, resguardada por gótico doselete con el simbolismo de la Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.

Frente a este portento que nos legaron las generaciones pasadas, como ejemplo y estímulo a las presentes y venideras, se encuentra el callejón del Vicario. Su nombre ya es por sí solo evocador. Es, ni más ni menos, que un callejón más de Toledo, con todas las características de los de su clase; angosto, mal empedrado, con aleros quebradizos en planos inverosímilmente inclinados; umbroso, de portaladas mezquinas, pero de espaciosos patios, donde una viga tallada, una columna con blasones en el capitel, una inscripción arábiga que corre por el friso medio enjalbegado, un brocal de pozo con borrosa inscripción, unos azulejos, nos hablan de los tiempos de esplendor de estas moradas hoy humildes y silenciosas.

Pues bien, si reparas un poco, a la entrada y a la derecha de este callejón, un lienzo con la efigie del Crucificado, maltratado por la inclemencia del tiempo, y en la parte inferior dos hoces segadoras, la una frente a la otra, desafiantes, provocadoras, como pidiendo pelea, aunque se trate de dos exvotos. Si quieres saber su historia, una más de nuestra fuente inagotable de leyendas y tradiciones, escucha:
Dos hermanos, honrados y modestos labradores, pusieron sus ojos en la misma moza, y los dos la querían hacer su esposa, pero ella es cierto que con los dos jugaba, sin optar por ninguno. Entonces decidieron dirimir por las armas esta cuestión.
Como no eran caballeros, no usaban las espadas, pero sí los instrumentos de trabajo: las hoces.
Y una noche, ante la imagen del Crucificado, frente a la puerta de la moza, los dos hermanos fieramente se acometen.
Hábiles los dos en el manejo, al principio sólo fueron ligeros y superficiales rasguños, pero enardecidos, el filo de las hoces profundizaba en las carnes, tiñendo de sangre las ropas de los contendientes.

Alguien, al pasar por allí, valientemente se interpuso entre los dos hermanos, y al saber el porqué de la pelea, les desengañó, diciendo que esa mujer no sería nunca de ninguno, puesto que era israelita conversa y se uniría en matrimonio con los de su raza.
Aparentemente, la razón iluminó a los dos hermanos, y arrepentidos al parecer, ofrendaron las armas fraticidas al Cristo, que dolorosamente había presenciado tan vil contienda.
Y allí tienes, viajero, en el callejón del Vicario, conforme pasas a la derecha y a muy pocos pasos, la hornacina de que hablo, con las dos hoces frente a frente como pidiendo aún pelea, a pesar del tiempo transcurrido, y es que los dos hermanos amaban tanto a la hermosa hebrea…
Dicen las consejas que en la noche, al filo de las doce, hora inquieta y de misterio, si vas predispuesto, al evocar esta leyenda, verás cómo ligeramente las hoces tiemblan al finalizar la última campanada de la media noche, como queriendo dirimir querellas de amor.
Gamarra, P. (1972). Aguafuertes toledanos. Toledo: Gómez Menor.
¿Dónde contar esta leyenda? Frente a la puerta de los Leones de la Catedral o en el interior del Callejón del Vicario.
Nota: el Cristo al que hace referencia el autor hace mucho que no está y su hornacina, si existió, desapareció hace tiempo, pues la casa que había ahora es un solar. Esperamos que en un futuro, cuando se edifique, se recupere el Cristo y las hoces.
