Uno de los edificios monumentales más emblemáticos de la ciudad, narrado en cientos de historias y descrito desde la antigüedad. En su larga vida ha sufrido incendios, remodelaciones, bombardeos… Entre sus muros acumula gran parte de la historia militar de España.
Es el edificio más visible de la ciudad, con sus cuatro torres macizas en el promontorio más alto, formando parte de todo perfil que se precie de Toledo. Por encima de todo, es un edificio representativo de la arquitectura renacentista española.
Historia

El Alcázar domina, imponente, una de las colinas más altas del llamado “casco antiguo” de la ciudad de Toledo. Ya desde el siglo III se tiene constancia de existir en esta área un importante palacio romano, desde el que se dominaba la amplia ciudad denominada por este pueblo como “Toletum”.
Dada la excelente posición de este espacio, su función principal a partir de esta época fue defensiva, albergando una serie de edificios de carácter meramente militar. También los visigodos aprovecharon esta zona y los musulmanes (711-1085) dotaron de singular importancia este espacio creando en esta zona el denominado “Alfizén” (Al-Hizan) Las últimas investigaciones arqueológicas realizadas en esta zona, con motivo de su adaptación a Museo del Ejército, arrojan nuevos datos sobre este período, con notables estructuras recuperadas, que serán accesibles, e incluso se hace referencia a que «el cerro lo regaló para construir el Alcázar un cristiano converso al islam que se llamaba Ambrosio» (ABC 22/11/06)
Reconquistado Toledo por Alfonso VI, recupera el espacio del Alfizén musulmán dotándole de nuevas funciones y dependencias palaciegas y cortesanas, que se incorporarían a las meramente defensivas y de carácter bélico.
A medida que la frontera con los reinos musulmanes se aleja del Tajo, las funciones defensivas van dando paso a una serie de estructuras más cortesanas, y ya con los Reyes Católicos, que se alojan en Toledo en numerosas ocasiones, el Alcázar es más un palacio para la monarquía que un emplazamiento militar. Aún así, nunca perderá su importancia estratégica, y durante la Guerra de las Comunidades (1520-23), el Alcázar vuelve a ser objeto de disputa, siendo controlado en primer lugar por las fuerzas de Carlos I y posteriormente por los comuneros.

Carlos V, monarca dotado de gran gusto por la arquitectura, propone un nuevo impulso para el degradado edificio y convoca para su construcción a algunos de los mejores arquitectos de la época: Alonso de Covarrubias (fachada norte), que en 1537 es nombrado arquitecto del edificio, dirigiendo gran parte de las obras, creando el modelo de palacio de los Austrias; Villalpando edifica el patio central y escaleras, y con Felipe II como rey, Juan de Herrera construye la magnífica fachada sur. Cuando el emperador decide en 1561 trasladar la corte a Madrid, el Alcázar pierde su función palaciega y comienza una etapa de abandono y decadencia. Pasa durante esta etapa por ser cárcel, cuartel de caballería, residencia para la madre y para la viuda de Carlos II…
No volverá su función militar hasta la guerra de Sucesión, en el siglo XVIII, siendo convertido de nuevo en cuartel por el archiduque Carlos. A consecuencia de esta función militar, sufre hacia 1710 un violento incendio, que no sería el único ya que en el siglo siguiente se repetiría, durante la ocupación francesa (1810)
Carlos III, atendiendo a la petición del Cardenal Lorenzana lo cede a la Iglesia para que instale allí una Casa de Caridad, periodo en el cuál se aprovechó para acondicionar grandes partes del edificio a sus nuevas funciones.
Hacia 1875 comienzan las obras para adecuar el Alcázar como sede de la Academia de Infantería, comenzando su funcionamiento hacia 1883. 4 años más tarde, en 1887, un nuevo incendio afecta gravemente al edificio.
De nuevo restaurado, continúa su función como Academia hasta la Guerra Civil, período en el que sufre un violento asedio al que fueron sometidos los militares que se alzaron contra la República y se refugiaron en él, al mando del coronel Moscardó, y que provoca una casi total destrucción de su estructura. Franco, con una importante carga simbólica para la dictadura, recupera el Alcázar y en 1961 se finalizan las obras de reconstrucción y se reabre con un pequeño museo dedicado al “Asedio” y algunas funciones militares.

Durante el actual período Democrático (1998), se adecua parte del edificio para alojar la “Biblioteca de Castilla-La Mancha”, hoy en pleno funcionamiento. A partir de entonces, el Gobierno de Castilla-La Mancha inicia las gestiones en colaboración con el Central para alojar en las dependencias vacías del Alcázar el actual “Museo del Ejército”, abriendo sus puertas en el verano de 2010.
Curiosidades del Alcázar de Toledo
El Alcázar Toledano ha sufrido numerosos incendios a lo largo de su historia, algunos de ellos han terminado destruyendo gran parte del edificio: 1710, 1810, 1887…

El Alcázar, palacio del Emperador Carlos V, dueño de medio mundo, surge como una mole enfrentada a la Catedral, segundo edificio que más sobresale en el perfil toledano. El poder temporal frente al espiritual, la vida frente a la mole representativa de la muerte… El simbolismo es muy fuerte.
La entrada principal del Alcázar se encuentra en la fachada norte, la que hizo Covarrubias, una auténtica obra de arte poco visible por su orientación.
Durante la Guerra Civil Española, un grupo de militares del bando “nacional” se atrincheraron dentro del edificio, que sufrió un intenso asedio por tropas republicanas del 21 al 28 de septiembre de 1936. En el momento álgido del asedio, una “mina” destruyó uno de los torreones.

Las tropas Republicanas finalizaron retirándose ante el avance de las tropas franquistas sobre Toledo. Hay numerosos testimonios fotográficos de aquellos días, así como vídeos, y todavía en la actualidad se pueden observar algunas huellas del asedio tanto en el Alcázar como en ciertos edificios adyacentes.
Hasta su actual remodelación como Museo del Ejército, todavía se podía visitar el despacho del General Moscardó, tal y como quedó tras el asedio del Alcázar. En los sótanos existe una cripta donde tienen derecho a ser enterrados los supervivientes de asedio. El monumento fue totalmente reconstruido en los años 50-60 del pasado siglo como símbolo de la resistencia franquista. Hasta su reforma, conservaba numerosos hitos conmemorativos de la resistencia de los militares allí asediados.
Adolf Hitler, durante la Segunda Guerra Mundial, y ante el intento de toma de Stalingrado, declaró “¡Haremos de Stalingrado otro Alcázar de Toledo!” en referencia al asedio y defensa que tropas franquistas realizaron en este edificio.
En las obras de remodelación que recientemente se han realizado para la ampliación del edificio con motivo de la adaptación a Museo del Ejército, se han hecho interesantes descubrimientos arqueológicos, restos protohistóricos, romanos, musulmanes y de la época trastámara que dibujan, de nuevo y con más datos, la historia de esta ciudad. Y la mayoría han podido ser conservados para que puedan ser visitados en el nuevo museo que tiene previsto abrir sus puertas a partir del próximo año. Según leíamos en el diario ABC de fecha 22/11/06, “Del cerro que ocupa el Alcázar se ha documentado que hay restos del final de la protohistoria, de los siglos V y IV antes de Cristo. De la época romana se ha descubierto una cisterna con revestimiento de cemento -que se va a poder visitar- y un desagüe. Del paso de los visigodos no ha llegado nada, salvo dos sillares, pero que están en un muro musulmán de 802. De esta época son los restos más numerosos, como múltiples cerámicas y fragmentos de relieves, algunos con inscripciones.”
Fotografías:
Vieja panorámica (Flickr) PhotoSpain (hay alguna fotografía más sobre Toledo en este espacio)
Enlaces relacionados:
Una leyenda sobre el Alcázar: Santa Casilda.
El fantasma del Alcázar de Toledo.
Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo.



Y él fantasma de Toledo que. Os lo habéis comido, teníais hambre.
Maravillosa reseña. Mi deseo es visitar Toledo y conocer el Alcázar.