En octubre de 2006 se conmemoró en Toledo la figura de Garcilaso de la Vega en un conjunto de ponencias tituladas “En torno a Garcilaso”. Como nacido y residente en Toledo (ocasionalmente), el poeta también tiene espacio entre nuestras páginas.
No es objetivo de este breve artículo desarrollar la vida y obra de tan insigne caballero toledano, si bien otros ya lo han hecho en extensas y excelentes páginas en las que se ofrece de forma detallada su biografía y obra (al final de este artículo)
Nace Garcilaso, hijo de aristócratas, entre los años 1498 – 1503. Garcilaso de la Vega descendía, por parte de padre, de Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana y, por parte de madre, de Fernán Pérez de Guzmán. Nace en Toledo, en la zona de la hoy llamada “Plaza de Padilla”. Su niñez y adolescencia transcurren en una intensa época, en conjunto en el resto de tierras dominadas por la Corona a la que representará en muchas batallas y aventuras: descubrimiento de América, Inquisición, Reforma Protestante, el Renacimiento en Italia, luchas intestinas…
Una época apasionante bien aprovechada por un joven que pronto destacaría por los innumerables viajes y aventuras que acabaron trágicamente, además de una prolífica obra poética que ha llegado hasta nuestros días.

Recibe buena educación de joven, entre los poblados de Cuerva y Batres. En 1517 Carlos V arriba en España. Su llegada implica pleitesía por parte de Garcilaso, muy posiblemente, al ser “segundón” de una familia noble. Este vasallaje, conllevaría el continuado servicio en las filas de los ejércitos del Emperador, comenzando desde joven en intensas batallas muy cerca de Toledo, en Olías, donde ya resulta herido levemente, presentando lucha contra los Comuneros, y contra su propio hermano, que por azares del destino forma parte de la rebelión.
Sus aventuras y desventuras en múltiples batallas sirvieron de fuente de inspiración para su obra literaria. Viaja por gran parte de la península ibérica, por Francia, por Italia, por Alemania, Portugal…, inmerso en la violencia propia de la época.
Casa Garcilaso casi al tiempo que lo hace el emperador. No fueron pocos tampoco los escarceos amorosos con bellas mozas del toledano…
Tras diversas aventuras por Italia, regresa a Toledo en junio de 1530. Se encuentra en uno de los momentos más intensos de su vida. No son pocas las veces que el poeta se enfrenta, de una forma u otra, a la mala fortuna de caer en desgracia ante la Emperatriz o ante el mismo Emperador… En varias ocasiones es desterrado, aprovechando estos momentos para intensificar su obra poética. En esta época, el enfrentamiento con los turcos alcanza intensas cotas, y Garcilaso estaría en primera línea de la lucha. Viaja por Italia y es en esta época cuando escribe una de sus más conocidas obras:
“Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;
y en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese
y al son confusamente los trajese;
no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido;
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes,
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados.
Mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada”…
También a esta época pertenece uno de sus poemas más perfectos, inspirado en el clásico del “carpe diem”:
“En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre”.
Fue en 1534 la última ocasión que pisó tierras toledanas. Vuelve a Italia y desde allí parte a enfrentarse a las tropas turcas de “Barbarroja”. Un gran ejército se reúne para desembarcar en tierras africanas, cerca de las ruinas de Cartago. En los primeros enfrentamientos, Garcilaso es herido en la boca y en un brazo (asedio de “La Goleta”).
Parte de la égloga tercera describe claramente esta época, “de armas y letras”:
“Entre las armas del sangriento Marte,
do apenas hay quien su furor contraste,
hurté de tiempo aquesta breve suma,
tomando ora la espada, ora la pluma”…
Es también éste tiempo de inspiración toledana, pues la poesía de Garcilaso dota de un cariz mitológico a Toledo. La Égloga III trata de cuatro ninfas, que en la orilla del Tajo tejen sendos tapices: Filódoce (Orfeo y Eurídice), Dinámene (Apolo y Dafne), Climene (Adonis) y Nise (Isabel Freire):
“Pintado el caudaloso río se vía,
que, en áspera estrecheza reducido,
un monte casi alrededor ceñía,
con ímpetu corriendo y con ruido;
querer cercarlo todo parecía
en su volver, mas era afán perdido;
dejábase correr, en fin, derecho,
contento de lo mucho que había hecho.
Estaba puesta en la sublime cumbre
del monte, y desde allí, por el sembrada,
aquella ilustre y clara pesadumbre
de antiguos edificios adornada”…
Muerte de Garcilaso de la Vega

Estalla la tercera guerra de Francisco I contra Carlos V y la expedición contra Francia de 1536 a través de Provenza fue, al fin, la última experiencia militar de Garcilaso. El poeta fue nombrado maestre de campo de un tercio de infantería y falleció en octubre de 1536 tras el temerario asalto a una fortaleza en Le Muy, cerca de Fréjus, en la que fue el primer hombre en subir la escala hacia una alta torre. Trasladado herido a Niza, murió en esta ciudad a los pocos días (13 o 14 de octubre), asistido por su amigo Francisco de Borja, Duque de Gandía y futuro San Francisco de Borja. Al enterarse, el emperador mandó pasar a cuchillo a los franceses que resistieron en esa fortaleza.

“En el convento de San Pedro Mártir de Toledo y en la capilla de la cabecera de la nave lateral derecha, en que hay un altar churrigueresco con la imagen muy venerada en esta ciudad de la Virgen del Rosario, se hallan empotrados en el muro los sepulcros del poeta Garcilaso de la Vega y de su valiente padre, del mismo nombre, cuyas dos estatuas de mármol, armadas a la antigua y arrodilladas hacia el altar, no carecen de mérito.”
Su obra poética puede ser leída íntegramente en la Red. Recomendamos la visita a la página de la “Asociación de Amigos de Garcilaso de la Vega” (www.garcilaso.org) Interesante en esta Web son sus textos, investigaciones, y un excelente “paseo por el Toledo literario” inspirado en la obra de Garcilaso.
Otros enlaces interesantes:
– 500 años de Garcilaso
– Biblioteca Virtual Cervantes
Publicación inicial: 25 de octubre de 2006