No se sabe con certeza si la momia del jesuita Bartolomeu Lourenzo de Guzmao reposa en la cripta de la Iglesia de San Román. Oficialmente no. Lo que se sabe es que este sacerdote nacido en Brasil logró volar en un artefacto 74 años antes del primer vuelo en globo. Os contamos la legendaria vida del “cura volador” y por qué murió en Toledo.
Bartolomeu Lourenço de Gusmão (villa de Santos, Brasil, en aquel tiempo colonia portuguesa, diciembre de 1685 – Toledo, España, 18 de noviembre de 1724) fue un inventor y sacerdote jesuita que murió y estuvo enterrado en Toledo.
¿Quién era este extraño sacerdote, venido a Toledo sin un real y fallecido en un hospital para indigentes?
Sabemos que su padre era cirujano de las cárceles de Santos, en Brasil. Desde joven, Bartolomeu tuvo especiales dotes para la mecánica y para las matemáticas, llegando a diseñar diversos artificios. A los quince años viajó a Portugal, donde terminó sus estudios en la Universidad de Coimbra, destacando en los conocimientos de física y matemáticas.
Tras obtener su doctorado se dedicó a estudios de Física y construyó un «aerostato», (no sabemos si un globo o un aparato en forma de pájaro). No fue el único experimento realizado por el brasileño. Viajó por Europa y en Holanda se tiene registros de un “Sistema de lentes para asar carne al Sol”, atribuido al padre Gusmão.
El sacerdote inventor fue uno de los primeros elegidos para formar parte de la Real Academia Histórica de Portugal, cuando fue creada en 1720. El 6 de agosto de 1721, inventó un proceso para producir carbón de tierras artificiales. También diseñó la fabricación de artefactos hidráulicos, en particular uno sobre el que escribió el folleto de 13 páginas publicado en Lisboa y titulado “Varias maneras de agotar sin gente los barcos que hacen agua”. Además de hablar con fluidez el latín, el francés y el italiano, traducía fácilmente el griego y el hebreo.

Bartolomeu Lourenzo de Guzmao. Obra que integra o acervo do Museu Paulista da USP. Coleção Benedito Calixto de Jesus – CBCJ. Fuente: Wikipedia.
¿Un artefacto volador 74 años antes del primer vuelo en globo?
Sus invenciones y curiosidad le llevaron el 8 de agosto de 1709, en presencia de Juan V de Portugal y de toda su corte, a lanzarse desde la Casa de Indias, en Lisboa, tripulando un extraño artefacto de mimbre con forma de pájaro diseñado por él mismo (denominado “Passarola“), consiguiendo en un segundo intento volar durante cierto trayecto elevándose unos cuatro metros sobre el suelo y finalizando el vuelo con un cómodo aterrizaje. Hubo de ser un auténtico espectáculo observar por primera vez cómo un artefacto levitaba y se desplazaba volando. Los que allí asistieron a buen seguro quedaron muy sorprendidos.
Tras varios intentos y a juzgar por los raros e imperfectos dibujos que quedaron, y por la escasa documentación que sobrevivió al gran terremoto de Lisboa en 1755, Bartolomeu de Gusmão estaría a bordo de su aeronave en el momento en que ascendiera, convirtiéndose así en el primer hombre en el mundo en ascender al aire por medio de un globo.
«He inventado –escribió- una máquina por medio de la cual se puede caminar por el aire con mucha más rapidez que por tierra o por mar, pudiendo recorrer hasta doscientas leguas al día, y enviar despachos a los ejércitos y a los países lejanos. Con ella se podrán sacar de las plazas sitiadas a cuantas personas se juzgue conveniente sin que pueda estorbarlo el enemigo, y por medio de él se podrán explorar también las regiones próximas a los polos».
Probablemente, Bartolomé fue el primer hombre en realizar un vuelo con éxito en un artilugio parecido a un globo aerostático.
La Passarola fue la primera aeronave conocida del mundo en efectuar un vuelo, 74 años antes del vuelo en globo de los Hermanos Montgolfier. El artilugio se sabe que consistía en algo similar a un globo sujeto a una especie de barca e impulsado gracias a la ignición. Se cree que los Hermanos Montgolfier estudiaron este hecho para crear posteriormente su globo aerostático.

Este vuelo supuso un gran éxito y fue recompensado con una canonjía que rentaba 300.000 reis al año. Si el aerostato era un globo, como parece más probable, se adelantó casi tres cuartos de siglo a los hermanos Montgolfier, cuyo globo voló en París por primera vez el 19 de agosto de 1783.
Pero también le le trajo problemas con el arzobispo Michelangelo Conti, nuncio en Lisboa (que más tarde se convertiría en el papa Inocencio XIII), acusado de que era obra del Diablo.
“El Cardenal de Lisboa advirtió de los riesgos de incendio que podía representar dicho artilugio, y más tarde Bartolomeu fue ridiculizado y declarado “socio del diablo”
D. Juan V ordenó una subvención de 300.000 réis al año para continuar sus estudios, pero la Junta de Tres Estados se negó a darle la ayuda alegando que no había dinero. Bartolomé, como su hermano, fue siempre víctima de las burlas de sus contemporáneos y de las persecuciones de la Inquisición por ser amigo de los judíos. Por eso viajó a Holanda, donde experimentó con lentes, y a Francia, donde vendió en las calles de París medicinas que él mismo fabricó.
Perseguido por la Inquisición
Por este experimento o por otros posteriores más extraños, parece que la Inquisición portuguesa le acusó de hechicero y fue encarcelado. La enciclopedia Espasa afirma que fue liberado por la Compañía de Jesús y las influcencias de su hermano, tal vez a condición de abandonar Portugal; pero ésto no se confirma, pues llegó a Toledo poco menos que huyendo y los jesuitas toledanos no le acogieron, puesto que falleció en el hospital y fue enterrado en la parroquia inmediata, no en el templo de San Ildefonso (vulgo San Juan) que está bien cerca del hospital y de la iglesia jesuítica.
Bartolomeu enfermó camino de Toledo, muriendo en el Hospital de la Misericordia la noche del 18 al 19 de noviembre de 1724 y estuvo sepultado en el templo de San Román. Falleció “agotado por la vida, de luchas, decepciones y miserias”, a los 39 años de edad. Según apunta Julio Porres (enlace):
“Fue enterrado en la parroquia por la Hermandad de Sacerdotes de San Pedro, que costeó el entierro, la sepultura y las vestiduras clericales con las que fue sepultado; probablemente porque las que tuviera fueran de seglar o estuvieran muy deterioradas.”

Un reconocimiento en 1912
Como informaba ABC: “Además de la solemne procesión eucarística, concursos de tiro, veladas musicales, verbenas populares, corrida de toros y funciones en el Teatro de Rojas, las fiestas del Corpus Christi en Toledo del año 1912 programaron un «espectáculo sorprendente y de gran atracción»: una exhibición aérea del piloto francés Pierre Lacombe, uno de los más afamados aviadores de la época. Su presencia fue colofón al homenaje que el ayuntamiento toledano rindió al jesuita Bartolomeu Lourenço de Gusmao, el cura volador, pionero de la aeroestación, cuyos restos reposan en la Iglesia de San Román, actual sede del Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda.”
En esa iglesia se conservaba una lápida de caliza, grabada con la siguiente inscripción: «En este templo de San Román Mártir reposan los restos de don Bartolomé Lorenzo de Guzmán, presbítero portugués, nacido en la ciudad de Santos (Brasil) en el año MDCLXXXV, primer inventor de los aeróstatos. Falleció en esta capital en XIX de noviembre de MDCCXXXIV. La ciudad de Toledo le dedicó este recuerdo». Esta lápida data de cuando, al cumplirse el II centenario de su muerte, Toledo le rindió homenaje a su memoria, por iniciativa del investigador toledano don Juan Moraleda. (Fuente ABC)
¿Sus restos siguen en Toledo?
A petición de la municipalidad de Santos y por capricho del presidente de Brasil, Sr. Kubistschek, el 30 de junio de 1966 se entregó al embajador del Brasil, Sr. Cámara Canto, una arqueta con restos procedentes de la iglesia de San Román, donde fue sepultado Bartolomeu Lourenzo de Guzmao. También se hizo entrega de la placa que había en la mencionada iglesia toledana (inaugurada en el Corpus de 1912, que había sido labrada por la Escuela de Artes).
Al respecto de esta entrega, entre los viejos toledanos se recuerda que al bajar a la cripta a recuperar los restos del famoso “cura volador”, los operarios encargados, ante la terrible estampa de cadáveres amontonados y huesos que allí encontraron (ver artículo que escribimos sobre las momias de San Román), y sin posibilidad de saber con certeza cuáles pertenecían a Bartolomeu, cogieron los que más probabilidad podían tener por algunos restos de ropajes sacerdotales que tenían (y que pertenecían a un hombre).
¿Continúan los restos del famoso “Cura volador” en San Román? Nunca lo sabremos. Oficialmente no.
¿No os recuerda mucho este personaje a Juanelo Turriano?

Foto: Carlos Pimentel Mendes, 17/05/2007 (enlace original)
Bibliografía:
- Porres, J. (2013). Curiosidades toledanas. Recuperado de https://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2013/12/files_toletum_0042_01.pdf
- El Padre volador. Aerostatos en el valle del Tajo desde 1900 / Rafael del Cerro Malagón.- https://descargasarchivo.toledo.es/viewer.vm?id=63089&lang=es
- Sánchez Lubián, E. (2012). Corpus 1912: Toledo rinde homenaje al «cura volador». Recuperado de https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-corpus-1912-toledo-rinde-201206040000_noticia.html
- Moreno Nieto, L. (2003). Lorenzo de Guzmán, del cielo a Toledo, pasando por la Inquisición. Recuperado de https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-lorenzo-guzman-cielo-toledo-pasando-inquisicion-200311230300-222177_noticia.html
- Artículo en Tecnología Obsoleta.
- Bartolomeu de Gusmão foi o primeiro no mundo a demonstrar o aeróstato (enlace en PT)